De tristezas y utopías...

Y ya van dos... dos navidades sin ti... sigo recordando las últimas juntos, y las discusiones, pero también aquella cena, las velas, el tiramisú y Los Planetas de fondo... no te echo de menos, porque sé que no estaríamos bien, tú no serías feliz, ni yo tampoco... Tiraría hasta la oportunidad. Todo cambia. Y debería ser feliz, porque estoy arriba, aunque a veces no sea capaz de darme cuenta. Por eso tampoco habrá felicitaciones, para ser sincera. Ni con toda la ternura, sea o no falsa, ni la parafernalia de estas fiestas siento la necesidad de decir nada. Para malgastar el tiempo con quien no se lo merece me vienen otros a la cabeza. Así que tampoco pienso dedicarles demasiado. Es lo que estoy intentando. No colocar etiquetas, ni colgar expectativas, porque juega en mi contra, como los remordimientos. Mi intención no es hacer daño, pero no es excusa. Supongo que tengo derecho a equivocarme, pero también la obligación de aprender de los errores. Hoy es un día tan bueno como cualquier

Caminando por la cuerda floja en que se ha convertido mi vida últimamente estoy aprendiendo a descubrir, y a redescubrir... He descubierto que hay gente que puede merecer la pena, más cerca de lo que parece. He descubierto que las fuerzas de flaqueza existen, y que soy más fuerte de lo que pienso. He descubierto que, como suenan las canciones argentinas, no todo orgasmo acaba bien. Ni todo lo que brilla es oro. No todo lo que brilla es oro... Y he redescubierto sensaciones que tenía olvidadas: Volver a tocar el piano, rescatar viejos discos, retomar libros abandonados, conocer series de la lista de espera... Y me he sentido mejor. Pienso pelear hasta sentirme bien, del todo. Hasta que cambie el color de las gafas con las que tengo que ver el mundo.

Me gusta pensarte porque ayudas a disimular la tristeza... por eso imagino un futuro contigo, y le doy forma... me gusta soñar, y creer, porque contagia vida y quita mucha pena. Con el tiempo una aprende a abandonar los intentos de suponer que los actos siempre tienen sentido, como las justificaciones. Sólo puedo ser yo misma, mirar por mis consecuencias, no por las tuyas. Tus ojos no están a mi alcance. Pero algún día descubriré cómo hacer magia...

Quizá la mayor facultad que posee nuestra mente sea la capacidad de sobrellevar el dolor. El pensamiento clásico nos enseña las cuatro puertas de la mente, por las que cada uno pasa según sus necesidades. La primera puerta es la puerta del sueño. El sueño nos ofrece un refugio del mundo y de todo su dolor. El sueño marca el paso del tiempo y nos proporciona distancia de las cosas que nos han hecho daño. Cuando una persona resulta herida, suele perder el conocimiento. Y cuando alguien recibe una noticia traumática, suele desvanecerse o desmayarse. Así es como la mente se protege del dolor: pasando la primera puerta. La segunda es la puerta del olvido. Algunas heridas son demasiado profundas para curarse, o para curarse deprisa. Además, muchos recuerdos son dolorosos, y no hay curación posible. El dicho de que “el tiempo lo cura todo” es falso. El tiempo cura la mayoría de las heridas. El resto están escondidas detrás de esa puerta. La tercera es la puerta de la locura. A veces, la

Ser valiente es más fácil cuando todo está bien, pero tiene más mérito cuando ocurre lo contrario, así que este es otro buen momento para intentarlo. Demasiadas tareas pendientes y mucho por cambiar todavía, empezando por mí. Vivo en la encrucijada. Tengo que aprender algunas cosas importantes: A dejar los excesos, porque pueden pasar factura, que a los demás les siente bien no implica que conmigo funcione de la misma manera. Así que este sábado mi música, mis series y mis divagaciones serán mi mejor compañía. A mirarme en el espejo y que me guste lo que veo, un poco más cada vez , y no lo contrario... o el resto será una causa perdida. A disfrutar de los días que pasan sin ni siquiera darte cuenta, porque yo soy la clave para que sean importantes A olvidar lo que no puedo controlar, y luchar por lo que sí... Hoy las mariposas no están dentro de mis planes. “ Jodidas butterflies” Comentábamos hace unos años el que por aquel entonces era mi mejor amigo y yo. Y teníamos razón...

Tú y yo tenemos más cosas en común de las que a simple vista puede parecer. Tú buscas una estabilidad, una tranquilidad y una seguridad que a mí me asusta, yo me preocupo por mantener la ilusión y vivir como si todavía me quedara mucho por hacer, como si no pasara el tiempo... Pero hay algo que nos une, un aspecto fundamental: los dos somos unos cobardes, cada uno a nuestra manera. Tú lo eres por conformarte con lo primero que encontraste por tu camino, por no plantearte pelear por algo que pudiera merecer la pena y porque cuando surge la más pequeña ocasión, bajo la excusa que quieras inventarte, aún te mueres de ganas de estar conmigo, aunque después la conciencia te reconcoma por dentro. Yo lo soy porque permito que mis miedos sigan jugándome malas pasadas, porque no tengo fuerza suficiente para enfrentarlos, y consiento echar de menos cada vez que desciendo, porque además de cobarde también soy egoísta. Pero tengo que aprender a luchar, a resurgir y a dar la cara, porque esta vida

Esa es la excusa. Da igual lo que me ocurra, porque todo es nervioso. Sufro de fiebre nerviosa, pasaré la gripe A nerviosa y  me moriré de los nervios. Después vendrá el tenías razón... No protesto si me encuentro bien. Y no tengo otra vida para cambiarla si esta va mal. Por eso me quejo, porque me sobran los motivos para querer disfrutarla. Septiembre es un motivo más, es mi mes. Me gusta el otoño, su melancolía, las fiestas de mi pueblo y mi cumpleaños... me gusta que los días se hagan más cortos y que comience el frío... y ver como la gente se marcha hasta quedar los de siempre... porque después de la tormenta siempre llega la calma. Pero no me gustan los excesos, ni algunos actos, me hace falta vidilla, no quebraderos de cabeza. Cero consideraciones. Cero no es dar oportunidades. Lo dice el sabio refranero popular, el que quiera peces que se moje el culo. Y no me vale meterse al agua sólo cuando ves que otros también quieren tu pez.

Cuando me miro al espejo, dejo pasar los minutos y cada vez me gusta menos lo que veo. Cuando olvido mis prioridades y me preocupo por trivialidades de las que juré no ocuparme. Cuando vivo en el mundo de la gominola... hasta que la realidad me da su toque de atención. No voy a esperar a nadie, no hay votos de confianza, ni juegos de “ahoraqueyosítuno y ahoraqueyonotusí”. Y si tú no te das cuenta el problema ya no es mío. A mis inmaduros 27 (casi 28) años, no pienso consentirlo. Nunca. (O por lo menos así debería ser) The killer in me is the killer in you, my love. I send this smile over to you...

Soy melancólica... lo reconozco y, la verdad, me gusta. Pero ser melancólica no significa que la vida sea un cúmulo de tristezas, o que la felicidad no esté a mi alcance. Es mi sensación particular. Me gusta esa melancolía para disfrutarla, porque son esos momentos los que me hacen reaccionar, y me enseñan. A no perder esperanzas y a valorar todo lo bueno, por ejemplo. Sólo tengo que bajar un poco, pero no al fondo, para volver a subir con energías renovadas. Y eso no está tan mal, al menos para mí. Por eso este blog tiene cierto sentido. Por eso fue un error eliminar todos los demás, o borrar esas entradas que perdieron su significado con el tiempo... No tengo intenciones de volver a hacerlo. Porque las palabras no lo explican todo. Tampoco necesito justificarlas. El ser humano es esencialmente contradictorio, y yo no iba a ser menos.

La medida del tiempo es relativa... y aunque los días se van y parece que no han supuesto ningún cambio, echo la vista atrás estos últimos meses y resulta que hay más de uno. Pero en su momento han pasado desapercibidos, o si no lo han hecho no les di la importancia oportuna, por eso he descolgado el blog, o quizás es que no he tenido tiempo, o mejor dicho, ganas, para pararme a escribir. Tengo tanto que hacer que no sé por donde empezar (será por eso que no empiezo)... El trabajo me ha tenido entretenida, y las oposiciones... esas que iba a comenzar a preparar en octubre y cuando quise hacerlo ya era mayo... pero ocupan mi cabeza más que mis acciones, sólo agobian, porque están ahí. Me faltan muchas horas que dedicarles y no me quedan. Me paso los fines de semana divirtiéndome como si tuviera 20 años... Me encanta, pero es agotador. Y no es compatible con estudiar, ya no. Últimamente todo pasa muy rápido, como algunas personas por mi vida. Y estoy intranquila, la sensación de vértigo

La misma ciudad, el mismo hotel... y (coincidencias) la misma habitación... Pero hasta ella parecía diferente... Cumplir años no significa ser madura, y a veces hacemos tonterías que no hicimos antes. Pero con suerte algunas preocupaciones se van sin esperarlo, igual que llegaron. Otras se quedan a hacerte compañía. Hoy toca domingo de bajón, de fin de vacaciones... Domingo de “pensar” lo que estoy haciendo... y todo lo que me queda por hacer. De no saber muy bien para dónde voy, ni dónde no quiero ir. De no darme cuenta de que quizás estoy andando en círculos, tropezando con la misma piedra. Pero creo reconocer una parte del problema, la eterna cuestión. Con todo lo egoísta que soy para algunas cosas, dejo de serlo en las más elementales. Que tengo que empezar por quererme a mí misma, para que los demás me quieran, para notarlo. Y que las relaciones no son lo mío, que no las entiendo, porque tampoco sé si quiero. Al menos hay algo que me quedó claro hace mucho tiempo: los vacíos no l

Pancho era mi cone, mi mascota oficial, mi favorito. Era alegre, vital, leal, fiel... e inteligente. Mucho más de lo que se puede decir de algunas personas. Pero le llegó la enfermedad... y pensamos que era mejor una despedida a tiempo que una agonía prolongada. Todo menos el sufrimiento. Han sido cuatro años de buenos momentos, no siempre aprovechados. Le tengo mucho cariño, un montón de merecido cariño, y me está dando mucha pena decirle adiós. Seguro que quienes quieren a los animales se hacen una idea. Se me fue también, pero me quedo con lo mejor de mi Panchorro, y con todo lo que me hizo reír. Ayooooo, Panchi. Voy a echarte de menos. Pancho: ¿? Enero 2005 - 29 Enero 2009

Todo es insignificante... Nada es tan preocupante... Y el espacio es un lugar tan vacío sin ti... Prefiero dejar que hablen las letras de Bunbury, porque yo no sé qué decir. Te siento tan muerto que sólo tengo ganas de llorar por lo que un día fuimos. La soledad es un lugar tan vacío sin ti...

Uno puede morir de varias maneras antes de llegar a morirse del todo. Se puede morir con las decepciones inesperadas, con las ilusiones que se rompen y con las esperanzas que se pierden… Estos últimos meses he muerto varias veces… al menos una parte de mí. Y creo que también he matado un poco. Pero soy como el Ave Fénix... Lo bueno de morir así es que cuando renaces lo haces con todas las fuerzas, con ganas de luchar y sobre todo con ganas de vivir. Lo malo es que hay cosas que mueren que nunca más vuelven a existir... Y... ¿sabes un secreto?... ya no soy la única que se ha equivocado.

Me gusta navegar por internet y encontrar alguno de esos blogs interesantes que me hacen sentir acompañada, como si no fuera un bicho raro, como ocurre con algunas de las personas que se cruzan por nuestro lado. Y me permiten salir de mi egocentrismo para volver a él comprobando que lo que yo siento no es único, que hay otra mucha gente que lo siente, incluso con mucho más motivo, porque la vida no es rosa para todos. Reconforta sentirse comprendida, y saber que alguien puede expresar lo que otros no podemos, porque faltan palabras. A veces las palabras tampoco dicen demasiado. O no sirven, porque no pueden cambiar los hechos. Y se olvidan. A veces las palabras cansan, o alejan a las personas, a veces surten el efecto contrario al esperado. Este año que termina ha tenido de todo. Momentos memorables y otros que desearía no hubieran existido. Para bien y para mal, no puedo arrepentirme. Ni borrarlo. Pero puedo aprender, y avanzar. Es uno de mis propósitos, y espero que sea más que eso.