M e l a n c o l i e
Soy melancólica... lo reconozco y, la verdad, me gusta.
Pero ser melancólica no significa que la vida sea un cúmulo de tristezas, o que la felicidad no esté a mi alcance. Es mi sensación particular.
Me gusta esa melancolía para disfrutarla, porque son esos momentos los que me hacen reaccionar, y me enseñan. A no perder esperanzas y a valorar todo lo bueno, por ejemplo.
Sólo tengo que bajar un poco, pero no al fondo, para volver a subir con energías renovadas.
Y eso no está tan mal, al menos para mí.
Por eso este blog tiene cierto sentido. Por eso fue un error eliminar todos los demás, o borrar esas entradas que perdieron su significado con el tiempo... No tengo intenciones de volver a hacerlo. Porque las palabras no lo explican todo. Tampoco necesito justificarlas.
El ser humano es esencialmente contradictorio, y yo no iba a ser menos.
Pero ser melancólica no significa que la vida sea un cúmulo de tristezas, o que la felicidad no esté a mi alcance. Es mi sensación particular.
Me gusta esa melancolía para disfrutarla, porque son esos momentos los que me hacen reaccionar, y me enseñan. A no perder esperanzas y a valorar todo lo bueno, por ejemplo.
Sólo tengo que bajar un poco, pero no al fondo, para volver a subir con energías renovadas.
Y eso no está tan mal, al menos para mí.
Por eso este blog tiene cierto sentido. Por eso fue un error eliminar todos los demás, o borrar esas entradas que perdieron su significado con el tiempo... No tengo intenciones de volver a hacerlo. Porque las palabras no lo explican todo. Tampoco necesito justificarlas.
El ser humano es esencialmente contradictorio, y yo no iba a ser menos.
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