Palabras

Melancolía: Esa aguda conciencia del latir de la vida en su carrera veloz hacia la muerte, turbadora emoción ante la belleza que se nos acaba. Lo leí esta semana en “Historia del Rey Transparente”, de Rosa Montero. Me ha gustado. De todas las etapas históricas me quedo con la Medieval, y los libros que hablan sobre ella casi siempre me resultan interesantes.
Melancolía… es mi palabra. Es tan mía que no debería hablar de ella en este blog, porque es decir demasiado. Es la única palabra capaz de definirme.

Nunca me han gustado los domingos. Tienen algo especial que incita a la desesperación. Raro es el domingo en el que lo paso bien y acabo el día feliz. Hoy es uno de los muchos en que no lo he conseguido. La “aguda conciencia del latir de la vida en su carrera veloz hacia la muerte”, se hace en estos momentos un poco más presente. No sé muy bien porqué. Las cosas más normales no están en su sitio, y yo tampoco. Esta semana va de médicos y creo que no me gustará. Si no tengo salud, lo demás no me importa, y temo perderla en cualquier momento. Mi novio está preocupado, no lo dice, pero yo lo sé, porque no estoy con él del modo en que debería. Y tiene razón. Mi situación familiar también se tambalea; mi madre, pilar fundamental de nuestra casa y de mi vida, está cansada de tirar de todos nosotros y cualquier día se va a caer. Afortunadamente, mi hermano no está aquí, porque es la última persona con la que podría contar. Y de mis “amigas” prefiero no hablar…

Melancolía: Tristeza vaga, profunda, sosegada y permanente, nacida de causas físicas o morales (que hace que no encuentre quien la padece gusto ni diversión en nada)
Es otra forma de decirlo…
Soy un ser melancólico, para bien o para mal, eternamente triste. Al menos hasta que me muera.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Escarmentar

El tiempo pasa...